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viernes, 21 de septiembre de 2012

COFFE BREAK. Jorge Alejandro Vega


DOMINGO, 23 DE AGOSTO DE 2009




El viejo Reloj péndulo de columna marcaba las diez de la mañana de aquel nublado y lluvioso domingo de septiembre en interior del Café “El Ropero”, un centro cultural y artístico, que reunía a intelectuales, tribus urbanas, así cómo otros inadaptados e incomprendidos sociales, en el corazón de la Ciudad de Veracruz, tan viejo, pero tan vivo y palpitante a la vez.


Periodistas, académicos, escritores, pintores y escultores, así cómo Jóvenes Hippies, Emos, Darks y otras almas transgresoras y atormentadas se reunían volviéndose una sola. Vestían prendas y cabellos multicolores y proyectaban sentimientos encontrados, entre la euforia desenfrenada y la depresión auto asfixiante.



Ivonne, la hija de los propietarios, servía cuidadosamente cafés gourmets, tes y bebidas hindis, siendo estos el denominador común en cada mesa que conformaban los elementos de esta compleja ecuación con muchas incógnitas.



Su padre, José Francisco Mendoza del Campo, había decidido retirarse del periodismo de izquierda, en el cuál se había desempeñado desde que era estudiante activista de la UNAM en aquel ambivalente 1968. Decepcionado por la falta de cambios del sistema, decidió, hace cinco años, dejar la crítica política y la docencia universitaria para emigrar a Veracruz, su ciudad natal.



Al momento de entrar en aquella vieja bodega portuaria, que había heredado de su familia y de la cuál se había olvidado por muchos años, visualizó dentro de esas abandonadas galeras el santuario para su desarrollo intelectual y económico. No había que mucho que hacer, solo limpiar y acondicionar.



Después de raspar el moho y la humedad, José Francisco colocó sobre las paredes, con los ladrillos al descubierto, su colección de obras de Andy Warhol, retratos de las portadas de los primeros discos de Elvis Presley, The Beatles, John Lennon, Jim Morrison, Alex Lora, Michael Jackson, Madonna y El Chapulín Colorado.



Susana Corranti Rojas, su esposa y la madre de Ivonne, exiliada argentina, que llegó a México desde niña, decoró el lugar con libreros de finas maderas, colocando en estos su colección de libros de Truman Capote, Charles Bukowski, Julio Cortazar, Alejandro Jodorowsky, Jorge Luis Borges, Jorge Volpi, Rius y por supuesto, en lugar de honor, la colección de Mafalda y otras obras de Quino, derivada de más de treinta años dedicados al estudio y docencia de las Letras modernas.



A un bajo volumen, se escuchaban las operas Rock de Andrew Loyd Weber, seleccionada por Ivonne, quien entre semana estudiaba la Licenciatura de Música en Xalapa y los fines de semana viajaba a Veracruz a ayudar a sus padres a atender “El Ropero”, dentro del cuál, una mezcla de aromas y sabores a cafeína, pan, merengue, nicotina, libros y ropa vieja se extendía, mezclaba e impregnaba en cada rincón del ambiente.



Al marcar el reloj las diez con cinco minutos, Ivonne, Rubia y de ojos verdes, heredados de su madre, llevaba una charola que portaba dos impecables tazas de cerámica blanca con “Capuchino Moka” en su interior, al llegar a la mesa Cuatro los coloco con cuidado sobre esta.
- Aquí tienen Chicas- dijo al momento de servir, poniendo una gruesa servilleta blanca sobre la mesa debajo de cada taza - cualquier cosa que necesiten solo avísenme- se alejo esbozando una sincera y amistosa sonrisa.



En la mesa cuatro se encontraban Brenda y Giselle, dos hermosas y esculturales mujeres.



Hasta hace tan sólo unas semanas Giselle y Brenda eran unas completas desconocidas, no sabían una de la otra, y no les hubiera interesado conocerse, pero los dados el destino fueron arrojados y un leve roce causal unió sus vidas. Ese roce era Roberto, quien fue novio, amante y, sobre todo, la perdición de ambas.



En el fondo de su calamidad, concedieron una entrevista, a una periodista, a quien narraron sus experiencias. Años después, ya integradas a la sociedad, en proceso de sanar sus heridas y reconstruir sus vidas, estas entrevistas fueron publicadas en el Libro “Machitos”, al leerlo, se percataron de su pasado en común con Roberto. Supieron una de la otra, se contactaron por Internet, se reunieron, se conocieron y, decidieron ir visitar a Roberto, la noche anterior, para aclarar las cosas y, poder preguntarles lo que siempre habían querido saber, ¿Por qué?, ¿Por qué a ellas?



Pero no recibieron respuesta alguna, sólo agresiones y humillaciones de Roberto, quien una vez más se burlo y mofo de sus sentimientos.



Alteradas y con el estomago revuelto, salieron del departamento de Roberto. No tenían otra opción más que olvidar y dejar todo atrás. Comenzar de nuevo, construir una nueva vida, su vida, con sus proyectos, con sus ilusiones y sobre todo con sus esperanzas. Tristes y lastimadas llegaron a “El Ropero” a recobrar el aliento y a llorar, llorar con café y cigarrillos, sus eternos, fieles y únicos compañeros. Se consolaron mutuamente.



-¿Ya nos vamos?- pregunto nerviosa Giselle al terminar su octavo café.
- Sí, ya lloramos mucho- se lamentó Brenda, dejando un billete de doscientos pesos sobre la mesa.



Ambas salieron de “El Ropero” al estacionamiento y, secando sus lágrimas y encendiendo sus cigarrillos, se dirigieron a la camioneta de Brenda. En el interior, Brenda saco de su bolsillo su memoria USB y la conectó al transmisor FM de su estéreo. La música de Radiohead, se empezó a escuchar por las bocinas. Ambas esbozaron una tímida sonrisa, evocando los pocos recuerdos agradables de su adolescencia.



- ¿Qué hacemos ahora?- Pregunto Giselle intrigada.
- Vamos al sur, por los arenales – Propuso Brenda – Oye, ¿tendremos suficiente hielo, pasare por más?
- No, la hielera aun conserva el que compramos hace rato - Respondió Giselle
- ¡Que cosas ¿no?, un macho tan caliente y acaba bien frío! – Ironizó riendo Brenda.
- Ya pasó, Brenda. Ahora, vamos a apurarnos y terminar con todo esto- propuso Giselle, algo fastidiada.
-Yo también, cariño, yo también. Créeme sólo deseo bañarme y saber lo que es, por fin, poder dormir tranquilamente- Susurró Brenda, quien arrancando su camioneta, salió del estacionamiento y tomó la calle principal, hacia el boulevard que conducía a los arenales, mientras ambas cantaban y disfrutaban de la Canción “A Wolf At The Door” de Radiohead.

martes, 11 de septiembre de 2012

VERACRUZ. José Río Espejo


VERACRUZ
José Río Espejo
(1920-1945)



Tú tienes tu vida regada en la arena
y si te conjugas con mi vida en pena
es porque evitas lágrimas de azar
cual la arena absorbe la fimbria del mar.
Presentí tus vientos más cosmopolitas
y tu norte loco por donde nos gritas
que es la hora cero de admirar las piernas
jarochas, rotundas, sensualmente eternas…
Y ya he penetrado – para mi fortuna –
el romance antiguo y final de la luna
que a las olas baja, se destroza en perlas
 y aguarda al poeta que llegue a cogerlas…

Ese tu silencio casi conventual,
reacción peligrosa en la centuria actual,
es parcela yerma de tristeza mía:
por eso es que siempre querré a Andalucía
perdida en las rúas de tu corazón;
y que es carcajada que sale en danzón
a la historia bufa de tu carnaval
o a tu aristocracia tan municipal.

Las antenas teóricas de tus palmeras
han captado el dedo de brisas viajeras
que con la cruz juegan de alguna gaviota,
turista al momento de región ignota.

Tú fuiste ideado por algún artista
y tienes la gloria de ser vanguardista:
Veracruz de Huelga, Veracruz de Risa,
que suda y que marcha en mangas de camisa.
Grande eres por Díaz Mirón, el poeta,
por tus espontáneos Uribe y Azueta;
por todos los tuyos elevo mi hosanna
y hasta por el mismo López de Santa Anna…

y no te he raptado, no obstante mi amor,
porque en todo el mundo no hay lugar mejor
para colocarte: Vida horizontal
de tu gente ignata que canta en jacal;
varonil tu acento que gusta del lío
ya sea en Alvarado o en Boca del Río;
utópica casi tu tierra de fe
que huele a canela y que sabe a café.

Enferma tu ausencia… lacera tu olvido…
cual una paloma que abandona el nido
portando un mensaje para los chilangos
de paz y bondad, ilusión y huapangos,
Cumplí el cometido, y vuelvo de nuevo
a ahogar en tu seno los males que llevo:
la urbe de México está neurasténica
y me ha contagiado su sonrisa escénica.

Por eso regreso a gozar de tu fiesta,
a plagiar tus lunas, a dormir la siesta
imitando al nopo que es todo un sofisma:
parece que piensa y se rompe la crisma
posado de luto en cualquier azotea.
por eso regreso y afilo la idea,
de un paseo verde y asiduo en tu mar,
hasta confundirme y jamás regresar,
trenzando en sargazo mis remordimientos,
vagando sin rumbo por los cuatro vientos;
y en el claro insólito de mi abandono
llorar y reírme en un mismo tono;
reír de la muerte, llorar de la vida,
paradoja estéril de mente transida…

estoy en tus playas… por eso regreso
por una jarocha, por tu azul ileso,
por tus recios sones, que me iré cantando…
en vísperas voy de la muerte, y cuando
me tilden tus playas, dejaré en posdata
- legado de joven -  mi fiel serenata…



Nació en Mérida, Yuc., en 1920. Sus padres se avecindaron en Veracruz a partir de 1923, ciudad en la que radicaron hasta su muerte. Cursó Pepe la primaria en la Escuela “Justo Sierra” que dirigía el profesor Benito Fentanes y la Secundaria y el Bachillerato en el hoy Ilustre Instituto Veracruzano. Después estudio en la UNAM titulándose como Licenciado en Derecho. En ese tiempo a la vez que surgían sus cualidades de poeta, aparecía también su inadaptación a un medio que le era adverso. “La urbe de México está neurasténica y me ha contagiado su sonrisa escénica”. Ni su regreso a Veracruz logra consolar su alma lastimada. Decide terminar con su existencia, anunciándola en su último poema.
     “En vísperas voy de la muerte y cuando me tilden tus playas, dejaré en posdata –Regalo de joven- mi fiel serenata”.
     Cerró su ciclo en el mismo lugar que lo vio nacer. Murió en la  ciudad de Mérida a los 25 años de edad en el año de 1945. El Parnaso pierde un poeta.



Y ME DIJO QUE SÍ. José Río Espejo.


Y ME DIJO QUE SÍ
José Río Espejo
(1920-1945)



Y me dijo que sí,
que me quería.
Que su única ilusión
era ser mía.
Que con gusto comería
del pedazo de pan que yo tenía.


Y después dijo que no.
Que no podía
renunciar a su suerte por la mía.
Que qué pasaría
si se llegara a acabar
el pedazo de pan que yo tenía.


Y me dijo que sí,
que me quería…




lunes, 10 de septiembre de 2012

LA BRUJA DE AL LADO ME TIENE EMBRUJADO


LA BRUJA DE AL LADO
ME TIENE EMBRUJADO
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado
10-09-12




                                       Deux sorcières, Hans Baldung. 

Doña Flor es una bruja.

     - Para la mayoría de las personas era difícil de aceptarlo, porque ella siempre se comportaba de manera caritativa.

-        ¿Si supieran que en la caridad llevaba el veneno?

     - Sí, ella era nuestra vecina y cada vez que mi hermana mayor tenía un hijo, llegaba la vieja dizque muy humana a conocerlo, siempre, siempre, acompañada de un regalo, una sonaja, juguetes o ropa para niños. Hasta que fui adulto comprendí que cada regalo tenía un hechizo, uno para cada recién nacido.

     - Fui creciendo y no dejaba de verla tirando bolas de pelos, hierbas y trapos ensangrentados a nuestro patio. Nunca supe el por qué de su “mala leche”, de su envidia. De adulto me hago conjeturas, es difícil adivinar el porqué lo hacía, me doy, no se me ocurre nada de peso. Lo que si entiendo es que a raíz de ello mi padre, un buen profesionista, se volvió un enfermo alcohólico, la bonanza económica picó suelo, el marido de mi hermana la abandonó con todos sus hijos. Yo deje la Primaria algunos años para ponerme a trabajar, no había de otra, sino, no se comía en casa.

      - Todos los días, al terminar mis diversos trabajos, antes de llegar a casa iba a la iglesia a  dejarle una moneda a la Virgencita del Carmen. Gracias al producto de mis trabajos y a sus bendiciones es que logramos sobrevivir.

     - Perdón, perdón, la vecina era una vieja de tez blanca, alta, delgada, completamente canosa, vistiendo siempre ropajes oscuros. Era algo así como una viuda eterna, creo que no se quitó el hábito ni para morir.

     - ¡Traía la muerte adelantada!

     - Casi todas las noches veía en las paredes o en el techo de mi cuarto -que estaba pegado a la casa de la vecina- una gran tarántula, no sé si con la cara de la vieja. Cada vez que intentaba matarla a escobazos aquella desaparecía. Para librarme del miedo me persignaba y dejaba que la gata de la casa durmiera arriba de mi cama. Y para terminarla de amolar, los mosquitos, los calores nocturnos y la falta de un ventilador hacían de mis noches verdaderas noches de desvelos dando “de vueltas” en la cama.

     - Salí de mi pueblo para estudiar en la universidad estatal. Con privaciones y hambres pero terminé mi carrera. Nunca me venció la adversidad.

     - La ley de la vida, decimos que la de Dios y los hombres,    me unió a una hermosa mujer; varios años de felicidad, que no fueron eternos. Ella cambió su carácter y la vida se tornó aciaga para mí, me entró una fuerte depresión, perdí el interés por mis preferencias y gustos. Recuerdo muy bien que, en uno de nuestros últimos pleitos conyugales,  en un momento dado, algo pasó que sentí como si se iluminara por dentro mi cerebro, fue algo maravilloso, me sentí libre, eufórico, superior, capaz de todo. Todo lo miraba con una súper claridez como nunca antes. Ella sintió miedo de verme así.  A mi me preocupaba que al irme a dormir perdiera esta fascinante sensación, quería quedármela para siempre.

     - Nueve días después, fui a visitar a mi madre, estaba cenando con ella cuando se escucharon algunos rezos. Mi madre con una linda sonrisa volteó a verme y me dijo: - ¡Hoy es el novenario… de doña Flor!

     - ¿Quién iba a pensarlo, que la muerte de una bruja también me libraría  de la influencia de la otra?





miércoles, 5 de septiembre de 2012

LA MUERTE DEL HOMBRE INVISIBLE. Antonio Fco. Rguez. A.




LA MUERTE DEL HOMBRE INVISIBLE
ANTONIO FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO


Periódico New York Time: Muere el Hombre Invisible: el día de ayer dentro de un departamento propiedad de Marvilla, la Mujer Maravilla, situado en céntrico edificio del Central Park, murió el Hombre Invisible, según los peritos en criminalística, debido a las circunstancias y el lugar en que fue encontrado, se presume que fue asesinado por uno de los superhéroes.

     El mismo día del supuesto asesinato los agentes del FBI acudieron de inmediato a investigar a la Liga de la Justicia, llegados ahí procedieron a  entrevistar por separado a sus miembros, y a otros héroes que se encontraban de invitados en esa ocasión, y cuyas declaraciones fueron las siguientes:

     Mister Aquaman - ¿Conoció usted a la víctima? Juro por todos los peces del océano que no. No, nunca la vi.

     Mister Batman - ¿Conoció usted a la víctima? Juro por todos los entes de la noche que no. No, nunca la vi.

     Mister Flash - ¿Conoció usted a la víctima? Juro por todos los relámpagos, rayos y centellas que no. No, nunca la vi.

     Mister Capitán América -¿Conoció usted a la víctima? Juro por Norte, Centro y Sudamérica que no. No, nunca la vi.

     Mister Thor - ¿Conoció usted a la víctima? Juro por mi padre Odín y por todo el reino de Asgard que no. No, nunca la vi.

     Mister Spiderman - ¿Conoció usted a la víctima? Juro por todos los arácnidos radiactivos del mundo que no. No, nunca la vi.

     Pasaban las horas y los agentes del FBI, al no encontrar elementos incriminatorios entre los interrogados empezaron a desesperarse y a pensar que las sospechas de los criminalistas hacia los súper héroes eran erróneas.

     Siguieron los agentes del FBI entrevistando a una decena más de los miembros de la Súper Liga de la Justicia cuando hace su presentación la hasta entonces desaparecida Marvilla. Llegó ella, toda vestida de negro, con caminar cansado, triste, demacrada, llorosa, con hondas ojeras. Todos los que la vieron, no daban crédito a semejante visión, su estado era lamentable, lastimoso, de pena y de dolor.

     Uno de los agentes tosió para tragar saliva y le espetó la conocida pregunta: Miss Marvilla - ¿Conoció usted a la víctima? Marvilla, no pudo contestarle, con el rostro transido de dolor y con ojos llorosos volteó a ver a su interlocutor, quiso articular palabras y no, no pudo, de repente se había quedado muda, solamente exclamaciones y ayes de dolor se escapaban por su boca, tal cuadro acabó por enmudecer también al agente del FBI el cual tardó un par de minutos para salir de  su mutismo, y reiterarle la misma pregunta. No había aún terminado de formularla cuando se escuchó una potente voz diciendo: - ¡Déjenla en paz!, - ¡Yo les diré todo lo que quieran saber sobre la muerte del Hombre Invisible! - ¡Pero déjenla en paz! La voz era del hombre de Kripton, Superman. Todos se quedaron estupefactos, era imponente ver la figura colosal del inmortal e indestructible, hombre invencible. La primera en reaccionar fue Marvilla quien corrió y se abrazó de él pidiéndole entre súplicas: - ¡No, no, por favor, no digas nada!  - ¡Vuela, huye de aquí, no te comprometas, no digas nada, no fue tu culpa! - ¡Huye… o quédate callado! Superman, caballerosamente levantó a su amiga que estaba abrazada a sus piernas, le dio un beso en la frente y con suavidad la sentó en una silla. De ahí se dirigió juntando las muñecas con los brazos al frente hacia los agentes, diciéndoles: - ¡Yo lo maté, yo maté al Hombre Invisible! Los agentes del FBI aún sin salir del todo de su estupor, de su sorpresa, de manera mecanizada esposaron al caballeroso héroe invencible y se lo llevaron detenido.



     Llegado el día de su comparecencia ante el juez, éste le preguntó:

-        Mister Superman, ¿Por qué no trajo  abogado defensor?

-        Señor juez, ¡Porque no vine a defenderme!, ¡vine a entregarme!

-        Mister Superman, ¿Está usted conciente de lo que está diciendo?

-        Señor juez, toda mi vida he representado y defendido lo que es  justo para el hombre, no tengo ahora por qué renegar o claudicar a estos principios de justicia, no me corresponde, no soy capaz  de  hacerlo. Reitero, va en contra de mis principios.

-        Mister Superman, pero… es que usted, no es cualquier hombre. La humanidad mucho le debe.

-        Señor juez, es más lo que la humanidad me ha otorgado: Un hogar, una familia, amigos y amor.

-        Señor juez, aplique su justicia… me considero tan hombre como cualquier mortal  de este planeta.

-        Mister Superman, ¡Ah, nunca, nunca en mi larga trayectoria jurídica, había pensado, ni en sueños,  en ajusticiar a un hombre tan justo como lo es usted.

-        Muy bien, pasemos a los hechos: - Mister Superman, de favor ponga su mano sobre esta Biblia y jure que va a contestar solamente con la verdad a mis preguntas.

-        Señor juez. ¡Lo juro por Dios!

-        Mister Superman, puede usted empezar a relatar su historia, en esta sala todos lo escuchamos.

-        Señor juez, señores y señoras, he jurado ante el libro de la palabra divina de Dios y ante todos ustedes como testigos  decir solamente la verdad.

     Pues bien, como no debo ocultar nada empezaré diciendo que en la vida ciudadana me llamo Clark Kent, de profesión comunicólogo, siempre entregado a la verdad y rechazando obviamente todo lo que apeste a manipulación y a mentira.  Hace una semana ocupado en una investigación sobre Lex Luthor, salí  de mi oficina del Periódico “El Planeta” más tarde de lo acostumbrado y como es usual, casi un rito, me quité mi traje de ciudadano y al grito de “To fly for the sky” me convertí en Superman. Volaba por Manhattan Center vigilando sus edificios, sus parques y sus avenidas, cuando de pronto, a través de mi supervista, enfoqué dentro de un departamento a una mujer que se hallaba desnuda, acostada boca arriba sobre la cama, moviéndose en forma lúbrica, espasmódica, creo que al punto del clímax,  a mis superoídos llegaban sus gemidos de placer, y aumentó  mi sorpresa al descubrir que se trataba de mi amiga Marvilla, sentí correr por todo mi cuerpo una corriente desconocida que me enervaba, por más que pensé en Louise Lane, el amor de mi vida, no podía apartar de mi cerebro la imagen de mi hermosa amiga,  de su cuerpo sensual, sudoroso, que pedía entre gemidos y sollozos la presencia de un amante. Recordé en segundos, tal como si fuera a morir,  todas las etapas de mi vida. Debo reconocer que vivir en este planeta ha humanizado mis sentimientos y mis emociones. Me atacó una crisis de pasión, de lujuria y de locura y sin pensarlo dos veces volé hacia ella, y previo al momento de tomarla, sentí que chocaba contra una barrera de la cual salió un quejido de agonía, un grito de muerte, era el Hombre Invisible, él era su amante, y yo acababa de matarlo.

     Momentos antes de que Superman terminara de relatar su trágica historia, se escuchó en la sala un clamor general el cual se tornó posteriormente en un silencio sepulcral como significativo de que no había poder o razón  humana ni divina para condenar al acusado.

     Al día siguiente en los diarios de todo el mundo: El Planeta, El País, The Times, Le Monde, La Nación, Aftonbladet, New York Time, Washington Post, etc. apareció a primera plana: ¡CONDONADO! La sociedad mundial celebra con júbilo el veredicto final de la Corte Americana.

  Terminaba la nota periodística explicando: - Nada de fusilarlo en el paredón, con balas de kriptonita como piden los rusos.


Veracruz, Ver. 4 de septiembre de 2012.





sábado, 1 de septiembre de 2012

LAGUNAS MENTALES DE CATEMACO Antonio Fco. Rguez. A.

LAGUNAS MENTALES
Lagos de Catemaco
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado


Imagen de Internet

Hará unos 50 años en que en nuestras retinas quedaron plasmadas como fotografías antiguas, las bellezas de nuestra paradisíaca Villa. Aunque las fotografías eran en blanco y negro, ya existía la magia del retoque del color de Don Quintín Alvarado.

     A mi generación nos tocó aún el remanente de la belleza primigenia, de la primitividez, de la selva aún no totalmente asesinada y destruida por la modernidad que daría el confort al sintético, radiactivo, neurótico e inestable  “hombre moderno”.

     En los sesentas, era lastimoso ver salir a diario grandes camiones cargados con troncos de los árboles de nuestra región. Nunca ha habido una ley que lo prohíba, y si la hay…lo permite. Aproximadamente el 60% fue devastado por la ganadería, y por la fábrica de triplay instalada en Santiago Tuxtla.

     Para llegar a esta Villa, estaba aún recién construido el tramo de la carretera que comunicaba a la región de “Los Tuxtlas” con los puertos de Veracruz y Puerto México (Coatzacoalcos). San Andrés Tuxtla como cabecera municipal fue además favorecida con la red ferroviaria.

     Hará unos 50 años, en que vivíamos en un claro de la selva misma, un lugar sagrado heredado a nuestros abuelos y bisabuelos por la raza popoluca,  descendiente y heredera ésta a su vez de la sabia raza Olmeca.

     Debo aclarar que además ya había el mestizaje con nahuas pipiles, que alrededor del año 300 d.C. habían construido la ciudad más grande conocida en el sureste de Veracruz, la enclave teotihuacana de Matacapan, con más de 30 mil pobladores.

     Hará unos 50 años, en que los habitantes de la Villa podíamos bajar al lago y gozar y admirar todo su natural y mágico entorno: cerros, montañas y volcanes completamente cubiertos de un ropaje de árboles, de una exuberante y explosiva vegetación tropical, las azules aguas vivas algunas veces durmiendo en la placidez enviando a las orillas el fino oleaje de sus suspiros, y otras  veces en plena vigilia a la frescura de los vientos de nortes y suradas nos regalaba grandes,  hermosas y sonoras olas, que al romper, con salpicaduras y chapoteos nos mojaba y refrescaba el cuerpo, pero esto no era todo, por todos lados podías observar hermosas y policromas aves, algunas volando, otras en sus nidos en las copas de los árboles, su canto era parte de la magia, del ensueño, de la alegría natural, del deseo de vivir.

     Las playas tenían libre acceso, no habían hecho aún el malecón, podías meterte a nadar, bucear, chapotear y bañar en las limpias aguas del lago, o bien, sacar ategogolos entre las piedras y entre las raíces de los árboles de apompo. Por las mañanas, después de escuchar el aviso de un toquido de caracol, se podía ir a comprar topotes, mojarras y una que otra  anguila que los pescadores vendían arriba de sus lanchas. Algunos habitantes preferían ir con su caña de pescar para hacerlo personalmente; y algunos estudiantes alquilábamos una lancha de remos que nos servía de ejercicio y paseo. En algunos lugares cerca del puente, enfrente del “Brujo” y de Koniapan podía uno observar a las mujeres lavando, a golpes sus ropas contra una gran  piedra volcánica, con el dorso descubierto y sin que hubiera morbo sexual.


Imagen de Internet

     Algunas noches nos juntábamos en la playa, dónde ahora salen las lanchas del turismo, y platicábamos nuestras historias de monstruos marinos, de la Llorona, de la Mano Peluda, Yobaltavan, la Vieja Chichima y de chaneques. Regresábamos pronto a casa, nuestro  permiso era hasta las 9 de la noche.


     Hará unos 50 años, los niños y jóvenes de entonces, nos internábamos en lóbregas veredas brincando los alambres de púas de los corrales y atravesando cerros para poder llegar a lagunas inaccesibles, como eran las de Axmolapan y  la Laguna Verde o Chalchoapan del cerro de  Cacahuateno, la vista desde este cerro es maravillosa, se aprecian grandes extensiones de la laguna y por otro lado unas vistas increíbles del Titepetl, y toda la serranía hacia San Andrés Tuxtla, aunque estaba completamente plagado de viborillas que se hacían a un lado a nuestros pasos; teníamos que ir abriendo maleza con nuestras manos para poder llegar a esta laguna, y ya ahí contemplar toda su belleza con miedo y con asombro, estaba completamente copada por la vegetación, nunca nos metimos en ella, el miedo a encontrarnos fieras en su interior nos lo impedía. Su orilla estaba plagada de chichicaste, lo cual hacia más difícil nuestra excursión. Regresábamos a casa cargados de gran satisfacción, éramos “grandes”. Otras ocasiones, nos metíamos a unos terrenos enfrente de Tebanca y descubrimos una cascada que al parecer sólo se forma en épocas de lluvias. Los ascensos al cerro “Puntiagudo” eran frecuentes y al “Mono Blanco” sólo una vez, y en Primer Viernes de Marzo. Las idas a las playas del mar: Montepío, Xicacal, Balzapote, Playa Escondida y La Barra, son otra historia. La modernidad, los caminos y los letreros han ido terminando con esa magia.